¿Cuánto impactó la pandemia en tu profesión?

La pandemia significó una revolución en términos de adaptabilidad, porque de tener en el escritorio el código civil y comercial, el código penal o expedientes, pasé a tener notebooks, iPads y celulares. Se generó la necesidad de amoldarse a la conectividad a través de Teams, Google meet, Zoom o Whatsapp. En tribunales esto generó que la presentación de escritos sea de manera digital y las audiencias se hacen según las plataformas de cada juzgado. Se perdió el contacto físico, lo presencial, pero se ganó en logística y en el uso del tiempo. Mi experiencia profesional dejó en claro que muchas reuniones que se hacían de forma rutinaria, hoy se hacen online y se optimiza el tiempo, la logística y el traslado. Cuando se consolide la “nueva normalidad”, el 60 a 70 por ciento de las reuniones van a seguir siendo en este formato.

¿Qué cuestiones se replantearon en este nuevo contexto?

Como todo se volcó al mundo digital, se replanteó la planificación profesional, nos adaptamos a las nuevas herramientas, al nuevo vínculo con el cliente y a los tribunales vía web. Superado el pánico escénico inicial, hoy se naturalizaron estas cuestiones. Lo digital arrasó con todo: las relaciones con tribunales, clientes y alumnos. Este nuevo formato me permitió participar de webinars, con consultoras y con el Comité de Abogados de Bancos de la República Argentina. Esta conveniencia me enriqueció mucho más que antes. Antes, tenía que eliminar de mi agenda algunos de estos eventos. El costado negativo es no tener ni poder poner horarios. A partir del trabajo online, la invasión de la privacidad  es una cuestión que tiene que ajustar cada uno. Para cualquier profesión, es importante ponerse bandas horarias y de actividades.

¿Qué nuevas habilidades o skills tuvieron que incorporar? ¿cuáles quedaron obsoletas?

Antes era un pecado que un abogado  no tuviera lapicera y papel. Ibas al fracaso. Hoy representa lo mismo un abogado sin celular o notebook. El insumo esencial actual es la conectividad.

¿Cuáles son los cambios incorporados en este tiempo que llegaron para quedarse?

La optimización de la actividad profesional a partir de las herramientas digitales, como reuniones o audiencias online, porque te permite optimizar más la jornada de trabajo. Por ejemplo, el año pasado un cliente me llamó preocupado y le ofrecí hacer una videollamada. Se resolvió en cinco minutos, lo que antes hubiera durado mucho más. Incluso se mejoró la relación con tribunales, porque al realizarse todo online, se optimiza la presentación de escritos, no hay que llevarlo hasta allá. Hay una necesidad de presencia física que no puede reemplazarse para resolver o prevenir problemas, pero el entorno digital viene para quedarse.

En base a estos avances, ¿cómo ves el proceso de planificación en tu carrera? 

Creo que este nuevo entorno va a potenciar a la carrera de abogacía, que en todas sus ramas es absolutamente compatible con este contexto. Lo que sí, en las casas de estudios y universidades deberían agregar una materia de utilización de herramientas de conectividad -Google meet, Zoom, Teams-. Por otro lado, debemos generar una nueva habilidad en base a cómo empatizar y expresarse online, hay una necesidad de capacitación en estos temas.

¿Cómo ves el futuro de tu profesión? ¿hacia dónde se dirigirá en los próximos años?

La profesión de abogado va a avanzar y crecer de la mano de esta nueva ola digital. Nos va a permitir desarrollarnos de forma más planificada y optimizada en cuanto al uso del tiempo y logística. También nos va a permitir enfocarnos mejor en lo que hagamos.